Espero que cuando leas esto no haya nubes.
Es increíble cómo las nubes
pueden cambiar el sentido de las palabras,
volverlas más tristes o
más azules.
Es increíble cómo pega el sol en El Paso.
Lo saben las plantas y por eso llevan años adaptando
sus hojas
para subsistir ahí,
para ser
fecundas a pesar de todo.
Yo supongo que hay quienes adoran el desierto y
el color opaco de todas esas plantas.
De hecho
creo que nosotros, Marie,
Imaginate el verano en El Paso,
todo ese campo seco por definición.
Cuando estás ahí,
un martes a las 2 de la tarde,
cualquier cosa te parece lejos.
A veces pienso que la inmensidad
está hecha de tierra, pasto y
animales que se camuflan.
Supongo.
Imaginate que estás ahí,
ese día y a esa hora,
y que de pronto ves algo en movimiento,
siempre a lo lejos.
Entonces agarrás los binoculares
y al hacer foco te encontrás con que esa cosa
es una cabeza de indio atada a una tortuga.
Después te das cuenta de que esa cara te resulta
conocida.
Después, de que sabés su nombre.
Y de pronto, te sentís descompuesta,
y querés vomitar,
y el corazón se incomoda,
como si quisiera salirse del cuerpo,
y entonces te acercás al auto en busca de bolsas para
evidencias y,
mientras los demás agentes te dicen cagona,
uno levanta la cabeza del indio y
la tortuga explota.
Explota.
Explota en el medio del lugar donde todo es lejos.
Una bomba que no te rasguña porque estabas adentro
del auto.
Una bomba que mata a un compañero,
amputa a 3,
y a vos te devuelve a Albuquerque
por “considerar que no estás a la altura de las
circunstancias”.
Imaginate.
Mañana estaré volviendo y en verdad no sé
qué les voy a decir a los compañeros
¿Que los narcos de México
son más creativos que los gringos?
¿Qué no puedo dormir desde que maté a Tuco Salamanca?
o ¿que tengo ataques de pánico
cada vez que subo al maldito ascensor de la DEA?
No puedo.
Sólo puedo escribirte estas pocas palabras
y esperar que no haya nubes
y esperar, también, que deje de soñar con la tortuga,
con la cabeza cortada a la altura de la nuez,
con el compañero muerto,
con los 3 que dejaron sus piernas como alimento para pumas.
¿Sabés?
Anoche tampoco dormí.
Y vos estás lejos como todos esos campos,
y yo estoy solo
aterrado,
haciendo de cuenta que peleo contra los narcos
imaginarios
y contra los de verdad.
Hay en la mesa de luz una pastilla blanca y un vaso
de agua.
Mañana cenaremos juntos.
Tuyo.
Hank