27 jul 2007


..."Cuando una niña rubia haga brotar
de los labios del pecado una oración; cuando
una inocente dé su llanto y el estéril almendro
fruto dé, sólo entonces habrá en la casa paz
y al castillo la calma volverá"...


Oscar Wilde
"El Fantasma de Canterville"

las tías


y esa mitología de tías solteronas que intercambian los peines grasien-tos del sobrino: en la guerra: en la frontera: tías que peinan: tías que sin objeto ni destino: babas como lame: laxas: se oxidan: y así 'flotan': flotan así, como esos peines que las tías de los muchachos en las guerras limpian: desengrasan, depilan: sin objeto: en los escapularios ese pubis enrollado de un niño que murió en la frontera, con el quepís torcido; y en las fotos las muecas de los niños en el pozo de la frontera entre las balas de la guerra y la mustia mirada de las tías: en los peines: engrasados y tiesos: así las babas que las tías desovan sobre el peine del muchacho que parte hacia la guerra y retocan su jopo: y ellas piensan: que ese peine engrasado por los pelos del pubis de ese muchacho muerto por las balas de un amor fronterizo guarda incluso los pelos de las manos del muchacho que muerto en la frontera de esa guerra amorosa se tocaba: ese jopo; y que los pelos, sucios, de ese muchacho, como un pubis caracoleante en los escapularios, recogidos del baño por la rauda partera, cogidos del bidet, en el momento en que ellos, solitarios, que recuerdan sus tías que murieron en los campos cruzados de la guerra, se retocan: los jopos; y las tías que mueren con el peine del muchacho que fue muerto en las garras del vicio fronterizo entre los dientes: muerden: degustan desdentadas la gomina de los pelos del peine de los chicos que parten a la muerte en la frontera, el vello despeinado.


Nestor Perlongher

2 jul 2007

viaje sound

dice
que
pende de un hilo.



se agarra como chico

se mueve como trapo



siente un dolor de tela
golpear
la pared



hilo solo
que sostiene al chico

chico solo
y su bruma.



dice
que
crea canciones/
de huesoscontramuro
de niebla a la altura del ojo
de noche mustia

es que
conoce
ese
dolor
de tela enmudecida
que
pende de un chico
y
se agarra como hilo.